CORREO MANSERVIGI
Siempre me ha gustado escribir cartas, desde niño. A veces se las regalaba a mamá, otras a alguna maestra, pero jamás salía de eso. Ya de más grande me animé y empecé a escribir cartas a algunos amigos, a mi papá, a mis hermanas y no pude parar de escribir. Creo que la acción de escribir, esa soledad, ese pensamiento enmarañado que toma forma de palabra va bien con mi canto, porque me genera una armonía y equilibrio justo. Cuando elevo mi voz es para cantar, y cuando callo es porque estoy pensando.
He publicado algunos libros (novelas) y guiones de cine… Pero siempre mis cartas no he sabido dónde publicarlas o compartirlas, porque si bien escribo en mis redes sociales, ninguna me da el formato necesario para asemejarme a una carta y que no se pierda entre los miles de posteos de millones de personas.
Hay algo que necesito retomar y es la lentitud, la pausa para leer, para entrar y encontrarme con algo que me haga pensar, que me haga sentir, y seguramente eso no lo encontraría en Instagram o Facebook, o tal vez sí, no lo sé.
¿Estás ahí? Es una pregunta que siempre quedará abierta, casi sin responder, hacia quien me lee, hacia vos, hacia ustedes, e incluso hacia mí.
Escribo, comparto y ojalá a alguien le haga bien, se sienta entendido y me responda. Y si leyeran en silencio, también está bien, porque las cartas, al menos eso creo, se escriben por uno, para expresarse, para entenderse, y luego una vez enviadas, ya corre a la suerte de su destino.
Bienvenido/as a este espacio donde compartiré pensamientos, confesiones, imágenes y otras cosas que considero bellas y necesarias.